El siguiente artículo es la introducción al capitulo sobre Blockchain del Libro Blanco del e-Learning.
Escrito por Germán Ruipérez y José-Carlos García-Cabrero (Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED)
La caída del gigante financiero norteamericano Lehman Brothers dio lugar a una profunda y larga crisis económica que ocasionó la quiebra de bancos y empresas, la pérdida de miles de empleos y que, además, generó una profunda desconfianza en los, hasta entonces considerados sólidos, pilares del sistema financiero. Gran parte de la ciudadanía se sintió desprotegida y, en cierta medida, engañada por bancos y gobiernos centrales.
A partir de sus trabajos para proteger los datos personales y la intimidad de los ciudadanos mediante la criptografía, y a raíz de la crisis que comenzó en 2008, un grupo de activistas, denominados ciferpunks[1], intentaron crear un propio sistema económico totalmente independiente, y no vinculado a poder central alguno.
Tras una serie de precedentes como eCash o DigiCash (Naranayan et al., 2016, pp. 7-17), la tecnología de cadenas de bloques (blockchain[2] en inglés) nació al calor del intercambio de activos virtuales como Bitcoin, denominados habitualmente «criptomonedas» (Nakamoto, 2008).
En Ruipérez & García-Cabrero (2018) hacemos un análisis pormenorizado de la definición de blockchain para concluir que se trata de un sistema de información replicado en una red descentralizada de nodos independientes, cuya estructura de datos son bloques protegidos y enlazados criptográficamente. El semanario The Economist dedicó su portada del 30 de octubre de 2015 a blockchain, bautizándola como «la máquina de la confianza», lo que, en nuestra opinión, constituye una de las definiciones más concisas y acertadas de esta compleja tecnología que, en esencia, permite establecer un registro público inmutable que da fe de determinados hechos acaecidos (Preuskchat, 2017).
La consolidación progresiva de Bitcoin condujo a la de la tecnología blockchain que, de esta manera, empezó también a utilizarse en muchos otros sectores, especialmente como sistema que permitía generar confianza entre desconocidos al poder automatizar aquellas tareas desempeñadas hasta entonces por una persona a modo de notario, es decir, que se limita a verificar la certeza de unos datos, como el contenido de un documento, o la fecha y hora de su existencia.
En los últimos años, como ha ocurrido históricamente con todas las tecnologías nuevas, han sido muchos los vaivenes: desde el más ferviente optimismo hasta el más acusado pesimismo, pues el elevado potencial que todos los expertos reconocen a blockchain se ve contrarrestado especialmente por la dificultad para explicar a la sociedad sus complejos fundamentos (Laurence, 2017).
Sin embargo, los argumentos a favor de la tecnología de cadena de bloques son poderosos:
- Dans (2017) afirmó que blockchain es «una revolución perfectamente comparable a la aparición del ordenador personal, o al desarrollo y popularización de internet, […pues] en un futuro no muy lejano, utilizaremos bases de datos descentralizadas y basadas en blockchain para cuestiones que irán desde decidir la hora a la que nos levantamos de la cama, pagar por el agua caliente que consumimos en la ducha, garantizar la seguridad de todos los aparatos conectados en nuestro hogar a la internet de las cosas, negociar con el robot que nos corta el césped del jardín, identificarnos en un vehículo autónomo que nos lleve a trabajar, hacer transacciones económicas de todo tipo con total seguridad y trazabilidad, enviar dinero a un amigo…».
- El prestigioso informe Horizon Report (Alexander et al., 2019) la incluye como una tecnología que se consolidará en cuatro o cinco años.
- Las previsiones de la prestigiosa consultora internacional IDC (Webster, 2019) sobre la expansión de blockchain en Europa son abrumadoras: el 75,5 % de las empresas esperan que impulse su transformación digital en los próximos cinco años, el 15% de las regiones europeas pondrán en marcha proyectos piloto de votación mediante plataformas blockchain; y 150 millones de personas de todo el mundo gestionarán en 2020 su identidad digital gracias a sistemas de cadena de bloques vinculados a sus móviles.
Nos planteamos, por tanto, realizar un análisis de la situación actual de blockchain, haciendo un recorrido por las múltiples aplicaciones que se han planteado y con el objetivo prioritario de explicar en qué facetas puede ayudar al eLearning.
[1] La primera parte del compuesto hace referencia al cifrado criptográfico (to cipher, en inglés).
[2] Dado que el término inglés blockchain sigue siendo el más utilizado en publicaciones en español, será el que utilizaremos en este capítulo, y sin cursiva.